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Oscar Alfaro, el poeta
de los niños
Por RENE AGUILERA FIERRO (*)
Oscar Alfaro, nació en San Lorenzo (Tarija – Bolivia), el
5 de septiembre de 1921, fueron sus padres, don Darío Gonzales
y Carmen Alfaro. Realizó sus primeros estudios en la Escuela “Eustaquio
Méndez” de su pueblo natal, la enseñanza media es
completada en el Colegio Nacional “San Luis” de la ciudad
de Tarija. Durante sus estudios, fue electo Secretario Ejecutivo de la
Federación de Estudiantes de Secundaria, por aquel entonces, ya
abrazaba la ideología socialista. Posteriormente, se traslada a
la ciudad de La Paz a fin de seguir la carrera de Derecho en la Universidad
Mayor de “San Andrés”, según el poeta Carlos
Aróstegui Arce, “Alfaro no tenía vocación para
la profesión libre, le interesó más la vida y, se
lanzó a la vida intelectual, periodismo y la poesía”.
Su espíritu acostumbrado al paisaje de su tierra, había
adquirido alas propias con sellos de libertad y, desde muy temprana edad,
desarrolló su capacidad creativa en contacto con la naturaleza,
pues, su infancia y parte de su juventud pasó en la pintoresca
y embriagadoras tierras de San Lorenzo, el embrujo de los pájaros,
la fragancia a tierra mojada y el encanto de los campos cultivados, los
animales paseando por la plaza del pueblo, atraparon de ensoñación
al poeta, asimismo, San Lorenzo, la tierra de sus amores es la cuna del
Coronel Eustaquio Méndez, caudillo de la Independencia Americana,
máximo héroe del Departamento de Tarija; por ello, cada
calle colonial, cada esquina es historia viva, la población esta
circundada de monumentos y atractivos naturales que encandilan por su
belleza al propio y al extraño, tal como los incomparables chorros
de Jurina, las pozas de Coimata y su cascada de perlas o el balneario
natural de Corana, sería interminable mencionar a todos.
Oscar Alfaro, era delgado de contextura, de hablar suave y bajo; se nutrió
de aquel ambiente campestre, puro y fresco. No obstante, vivió
apretado por la pobreza hogareña, pero su madre, doña Carmen
Alfaro pudo costearle los estudios con sacrificio y duro trabajo personal,
pues, Oscar era hijo natural, luego en la edad adulta, su padre quiso
reconocerlo, pero el vate rehusó aceptar el apellido, prefirió
continuar con el que le había brindado su madre. El poeta vivió
esa vida de privaciones y en agradecimiento a los desvelos de su progenitora,
tomó su apellido y lo hizo grande, como debió ser el alma
de su madre. Aprendió el español de sus mayores y cinceló
en su alma todas las respuestas que su pequeño corazón le
dictaba; sufrió las injusticias en carne propia, fue testigo del
trato social inhumano de la época. El niño creció,
pero jamás olvidó aquellas vivencias que luego encenderían
la chispa de rebeldía, convertidas en versos de denuncia.
Su canto llegó más allá de su andar, sus poemas anidan
el sentimiento de las aves, la idiosincrasia del campesino, estudió
a los pájaros y ubicó su poesía en la gracia de los
animales, manejado siempre en los elementales principios de justicia.
El medio telúrico lo absorbió intensamente que se desgranó
en música y en rocío de estrellas.
En cierta época, se desempeñó como maestro de literatura
en el magisterio boliviano y docente de lenguaje en la Normal Rural de
Maestros de Canasmoro; una alumna, la señora Carmen Antelo de Molina,
cuenta que el año 1952, ingresaron a la Normal 8 ó 10 Agentes
de Seguridad del Gobierno, lo tomaron preso y se lo llevaron, mientras
los alumnos lo acompañaron buen trecho del camino reclamando su
libertad, era el precio por ser Comunista. En otra ocasión, se
cuenta que se había enamorado perdidamente de una bellísima
chapaca, llamada Elvira Gareca y Villa, campesina de la comunidad de Sella,
la que poco tiempo después, fue electa Reina de la Primavera, en
cuyo homenaje escribió un poema que fue muy repetido por aquellos
tiempos. Oscar Alfaro usaba gafas claras con espejuelos redondos y, su
barba inferior, le daban el toque de joven intelectual, era de andar calmo,
un tanto encorvado para su edad, gustaba vestir un traje azul que resaltaba
su delgada figura.
El escritor Luis Ríos Quiroga, al respecto al compromiso social,
dice que “la literatura infantil resulta tarea difícil y,
es obra de auténticos escritores y de verdaderos creadores de belleza,
en un mundo donde el niño es protagonista del hambre y, testigo
de odios y rencores”.
El poeta, al trasladarse a la ciudad de La Paz, Sede de Gobierno boliviano,
sabía claramente el rumbo a tomar, por ello, su pluma trazó
una elipse en el firmamento literario, por ello, los intelectuales de
su época no pudieron si no reconocerla, su poesía hizo carne
en el público lector, tanto por su sencillez como por su pureza.
Corría el año 1944, cuando es invitado a participar del
Grupo Literario “Gesta Bárbara”, célebre por
reunir a los más destacados intelectuales, cuyas tertulias marcaron
un hito en las letras bolivianas.
La consagración de Oscar Alfaro, viene con su libro “Cien
poemas para niños”, edición corregida y aumentada
de su anterior obra “Alfabeto de estrellas”. El orgullo boliviano,
Franz Tamayo dice “la poesía de Oscar Alfaro es muy digna
del nuevo genio poético de nuestras juventudes. Mientras que Juana
de Ibarborou, manifiesta “la poesía de Oscar Alfaro es rica
en colorido y folklore, en lirismo y sentido poético humano”.
El crítico boliviano, Juan Quirós, se expresa de Oscar Alfaro
“sorprende la habilidad que exhibe para adaptarse a la mentalidad
y comprensión de sus pequeños lectores”. Lo propio
comenta Alcira Cardona, la consagrada poetisa boliviana “Oscar Alfaro,
se constituye en un rincón húmedo de rocío, donde
el niño encuentra la frescura del musgo y la alegría de
los pájaros”.
El pensamiento de Oscar Alfaro, como su vida misma, trasunta las fronteras
del tiempo en el alma de los niños de cada época, su lírica
es de carácter universal.
El poeta en la ciudad de La Paz, sin trabajo fijo, se dedicó al
periodismo, a programas de radio y a vender sus obras en las escuelas
y colegios, así como en las oficinas de la ciudad; su transitar
con sus libros se hizo característico y familiar.
El Segundo Congreso Nacional de Poetas y escritores, realizado en la ciudad
de Cochabamba (Bolivia), le tributó un digno homenaje a su memoria
y a su obra literaria, puesto que está considerado como uno de
los grandes poetas del siglo XX.
Oscar Alfaro, dejó de existir el 25 de diciembre de 1963 en la
ciudad de La Paz, fue un ataque al corazón que le cegó la
vida, el reloj marcaba las 02:15 de la madrugada, contaba con 42 años
de edad, no obstante, su producción había sido lo suficientemente
fructífera, tal que la cimiente jamás sea interrumpida en
su ciclo de efervescencia humanística.
La esposa, doña Fanny Mendizábal luego del deceso del vate,
hizo esfuerzos por difundir las obras de su extinto esposo, visitando
todos los rincones de Bolivia, siguiendo la ruta, las huellas que dejó
Oscar Alfaro. El poeta potosino Luis Fuentes Rodríguez expresaba
muy sentido “la muerte de Oscar Alfaro, fue considerada como una
catástrofe nacional en el campo de las letras bolivianas”.
Oscar Alfaro a escrito: “Canciones de lluvia y tierra” (1948);
“Bajo el sol de Tarija” (1949); “Cajita de música”
(1949); “Alfabeto de estrellas” (1950); “Cien poemas
para niños” (1955; “Cuentos infantiles” (1962;
“La escuela de Fiesta” (1963; “Cuentos Chapacos”
(1964); “La copla vivida” (1966); “El circo de papel”
(1970); “El verso en broma” y otras que posteriormente fueron
editadas por su esposa, varios de estos libros han sido traducidos al
quechua y al ruso, difundidos en este país.
Los restos de Oscar Alfaro, descansan en el cementerio General de la ciudad
de La Paz y, junto a él, está su madre, en su lápida
se puede leer: “Oscar Alfaro, Navidad de 1963” y en la parte
superior derecha dice “Carmen, 12/07/1971”.
Actualmente en Bolivia, sus versos han sido musicalizados y llevados al
disco, sus poemas son declamados por grandes y chicos; en todo el territorio
boliviano, Escuelas, colegios, parques y calles llevan su nombre con orgullo,
asimismo, concursos y festivales literarios.
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(*) René Aguilera Fierro, ingeniero forestal poeta, escritor, tallador
en madrea, consultor ambiental, catedrático universitario y Periodista
profesional. Autor de veinte obras literarias y de varios libros técnicos.
Promotor de nuevos valores artísticos, conductor de programas culturales
en Radioemisoras locales de Tarija. Anualmente Organiza los célebres
“Coloquios Literarios” y los “Encuentros Internacionales
de Escritores”.
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